miércoles, 25 de marzo de 2015

LA ABSOLECENCIA PROGRAMADA, UN VIRUS MODERNO.


Cuantas cosas compramos y al poco tiempo este objeto ya no es funcional.

Por Karla Hernández.


La obsolescencia programada tiende a pasar desapercibida e inclusive hay muchas personas que aún no saben lo que esto significa, debido a las múltiples campañas de marketing, crean problemas que van desde los deshechos hasta un crecimiento acelerado a nivel mundial, el chip que las empresas insertan en la mente del consumidor para adoptar una conducta llamada "consumo compulsivo". Factores económicossociales, culturales, ambientales, entre otros, juegan para bien y mal un rol muy importante en la “obsolescencia programada”, ya que muchos de estos se ven beneficiados por dicho tema, y otros más se ven afectados.

Este concepto tiene su origen en la revolución industrial y la producción en serie. En el inicio los productos se fabricaban de una forma accesible y masiva para los consumidores. Un grupo de empresarios en el año 1920, se dio cuenta que mientras sus productos eran duraderos, menos dinero ingresaba a sus ganancias. Thomas Edison fue el inventor de la bombilla, los fabricantes estaban creando productos con una duración larga, pero el temor no tardó en llegar a estos, fue entonces cuando cierto gremio de fabricantes decidió reunirse y plantear un método que acorte la vida útil de los productos y así poder aumentar las ventas. Los creativos ingenieros y diseñadores reciben la nueva orden, de hacer productos podríamos decir menos calidad, siendo muy frágiles y esto nos lleva a tener un ciclo mucho más corto.

La obsolescencia programada no es más que la caducidad previamente planeada por un productor o fabricante de un objeto o articulo tangible o intangible (en el menor de los casos), y se remonta al año de 1880, cuando el señor Thomas Alva Edison, de origen estadounidense patenta la primera bombilla incandescente, y al siguiente año (1881), lanza a la venta la primera lámpara con una vida útil de 1,500 horas.
La economía en general, vista desde las grandes empresas, se ven beneficiadas de la obsolescencia programada, dado que incrementa producción y por ende ingresos, y mayores ganancias para ellos, puesto que quienes impulsaron dicho acontecimiento fueron ellos, para hacer que la economía a nivel mundial se estabilizara, y saliera de la recesión luego de la segunda guerra mundial. Caso contrario es el impacto que ha causado la obsolescencia programada a nivel consumidor, dado que el marketing se ha encargado de introducir el chip de un comportamiento compulsivo a la hora de consumir.

Como ejemplo tenemos a los productores de bombillas, que fueron reduciendo las horas de vida útil, hasta 1500 horas, las cuales, contrastan con una de las primeras bombillas creadas, la cual lleva 110 años encendida sin interrupción, con lo cual podemos observar que a nivel empresa, recortar la vida útil fue de gran impacto para el crecimiento de las mismas.

Para concientizar a las personas a limitarse en cuanto al consumo de cualquier tipo de producto, en especial a los productos tecnológicos, que son los que más explícitamente han adoptado la programación de su vida útil. Cabe mencionar que debemos incentivar a sacar el máximo provecho de todo lo que utilizamos en nuestra vida diaria, además, la necesidad de cuidar nuestras finanzas, a fin de crear  una cultura de ahorro, y no de consumo compulsivo, máximo en nuestro país, donde los niveles de desempleo y pobreza, se encuentran en un nivel inaceptable, donde lo más recomendable es consumir lo necesario y no lo deseado, salvo excepciones.




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